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IN MEMORIAM

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mayo  4, 2024

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El oceánico Dr. Mario F. Valls

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Copyright 2024 - elDial.com - editorial albrematica - Tucumán 1440 (1050) - Ciudad Autónoma de Buenos Aires - Argentina

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El oceánico Dr. Mario F. Valls

 

Por Ramón Ojeda Mestre*

 

No puedo decir para qué mueren los hombres. No estoy autorizado para revelarlo públicamente, bueno, ni siquiera en privado, así que no insista. Pero sí tengo permitido explicar para qué viven los más grandes mujeres y hombres de la historia. Ladies first.

 

Hemos nacido para ir hacia la justicia y sólo podemos lograrlo a través del derecho. Pero los hombres infinitos y universales como Mario Valls, son los que abrazan y abrasan las mil y una noches del derecho de manera directa o espeleológica. Cierto que como mencionamos, parafraseando al frontispicio del tribunal italiano “Sumus ad justitiam nati”, pero ese complejo poliedro cultural que es el derecho requiere de hombres superdotados que lo piensen, que lo sientan, que lo estudien, que lo lean o lo escuchen, que lo inventen, que lo defiendan, que lo adapten, que lo esgriman, que lo lloren o lo griten, que lo custodien, que lo enseñen, que lo concreten, que lo apliquen, que lo transmitan, que lo ejemplifiquen, que le den vida, color y energía.

 

Todo eso y más hizo Mario F. Valls que se ganó con perseverancia, sencillez, humildad y grandeza paradigmática un lugar en la necesaria rotonda de los hombres ilustres de la historia de dos siglos: el XX en que nació y éste XXI en el que partió a enseñar y enarbolar la cultura jurídica en otras dimensiones.

 

Fue un sabio en las más sorprendentes ramas del derecho y su ubérrimo cometido, por eso pudo ser catedrático, conferencista, autor, expositor y árbitro en las más variadas causas y temas complejos de los recursos naturales, la energía, la industria o la sostenibilidad, fue un gran diplomático en el más ensanchado vibrar del término, un hermeneuta de inmenso calado, y algo que no debo posponer en su semblanza: su liderazgo ético internacional. Era y fue, pero seguirá siendo en su recuerdo y textos, un ser mágico de valores inquebrantables, algo difícil de lograr en nuestra profesión tan asediada siempre por Tirios y Troyanos.

 

En sus provincias y ciudades argentinas, al igual que en el ámbito nacional, fue un polifacético, creativo e incansable funcionario público, de una gran pasión por la eficiencia y humanización de las tareas gubernativas o administrativas. Es imposible recordar, a estas alturas de la novena entrada, cuántas comisiones o encargos tuvo en organismos y programas internacionales de todos los calibres. Sembró amigos y admiradores por todo el mundo con su talento, su sapiencia y su bonhomía. Era un científico acucioso, pertinaz y de gran imaginación.

 

En el vasto horizonte del derecho de los recursos naturales, el medio ambiente y la energía, no hay un currículum tan desafiante como el suyo. Valls era cuantitativo y cualitativo y vivió mucho, en la más ambiciosa semántica de la expresión. Vivió mucho y rodeado de afectos, de amor, de familia y de grandeza moral, que se dice fácil, pero no es fácil andar siempre cerca del fogón y no quemarse. Ignoro en cuantas universidades del mundo y desde luego de su maravilloso país formó parte de las filas más reconocidas de los grandes preceptores e iluminados de la contemporaneidad.

 

Por Mario Valls conocí a los más grandes juristas y científicos, mujeres y hombres de la Argentina y de Sudamérica, no competía más que consigo mismo en largas noches de estudio o de redacción de alguna de las muchas leyes que le encargaros o de las convenciones internacionales.

 

¿Por qué es importante dejar constancia de todo esto? Porque la colectividad y las individualidades, debemos tener puntos de referencia, faros, indicadores o referencia para distinguir lo bueno de lo malo, lo fértil de lo estéril, lo bello de lo repugnante, lo constructivo de lo deletéreo. Mario, el querido maestro Mario, nos enseñó muchas cosas, pero hay dos que nadie debe olvidar: la sencillez y el trabajo.  Mucho trabajo y cero petulancia, mucho tesón y cero soberbia, máximo de entrega y nada de discolería. ¡Cuántos engreídos denigran nuestra ciencia o nuestro trabajo! Él honró a la cultura jurídica y a los valores que nutren su pacificadora axiología y por ello debemos vivir con un sentimiento y recuerdo de gratitud hacia él.

 

¿Cuántos jóvenes tuvieron el privilegio de ser sus alumnos? En la Argentina y en otras latitudes. Miles, miles de cosechadores de una de las mentes más productivas y generosas de la jurisprudencia que jamás fue tentado con las singladuras de “ad pompam vel ostentationem”. Para eso vivió Mario F. Valls y su inevitable partida ha de tener esa exégesis superior. Partió para que supiéramos que sí existe el camino de la dignidad integérrima. Y no me salgan con que en sus noventa años cometió tal o cual brizna de error o distracción. ¡No! Lo que lo hace infinito e inmarcesible es el balance. Valls se entregó siempre a la balanza de la justicia y con esas credenciales partió con honor, suma cum laude.

 

Tal vez no he cincelado lo suficiente al decir que fue maestro y alumno en simultaneidad, toda su existencia. Todo el tiempo enseñando sin soltar el timón del aprendizaje humilde. Todo el tiempo con la palabra prudente y el oído benevolente para ser un mejor abogado y para hacer, él, mejores abogados. Hoy tenemos derecho a escribir todos los elogios que podamos respecto al maestro Mario Valls porque ya no está aquí con nosotros ad corpus, pero si ad mesuram. Seguramente riéndose de nuestras contorsiones calámicas, porque, además, era hombre de buen humor fino, nunca solemnote, pero sí cuando se requería de sólida seriedad.

 

Estas líneas van dirigidas pues, no para adular a quien no lo necesitaba, sino para animar a las mujeres y hombres jóvenes estudiosos del derecho o practicantes de esta noble rama del saber, para que lean su currículum, busquen sus conferencias, conozcan sus obras escritas, escudriñen sus propuestas de leyes o sus intervenciones internacionales y algo más: es para que, merecidamente, se sientan orgullosos los argentinos de haber contado con ese motor maravilloso de su dimensión y fertilidad envidiables.

 

A toda la familia Valls y a la comunidad académica, nuestra felicidad por haberlo conocido. ¡Gracias Mario!

 

 

 

 

 

 

 

 

 



* Correo electrónico: rojedamestre@yahoo.com

 

Citar: elDial.com - CC6CF2

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